Su nombre era JUDITH LEIBER y, quizás, no sea demasiado popular en nuestro país, pero al otro lado del Atlántico su legado en la moda es venerado por miles y miles de fashion lovers. Ha fallecido a los 97 años y lo ha hecho del mismo modo discreto que vivió, a pesar de ser propietaria de un negocio multimillonario. ¿Cuál? El de los bolsos de mano (llamados clutches en inglés o minaudières en francés) decorados con todo tipo de motivos o diseñados con infinitas formas inspiradas por la naturaleza, el mundo animal, la gastronomía, la decoración, etc., etc. Cada uno de ellos requería horas y horas de trabajo artesanal, por ello su precio podía alcanzar cifras astronómicas y su status de lujoso accesorio atraía a todo tipo de celebrities, ansiosas por lucir un Leiber sobre la alfombra roja.
Ella definía sus bolsos como “pequeñas obras de arte con mucho sentido del humor y algo de locura que debían, al mismo tiempo, ser funcionales“. ¿Lo consiguió? Pues… depende del modelo que se elija. Lo cierto es que su sentido de la fantasía triunfó y contrastaba mucho con un hecho que le tocó vivir en su Budapest natal antes de viajar a Nueva York: sobrevivir al Holocausto nazi. ¿Fue su aportación a la historia de la moda una vía de escape frente al horror sufrido? Es más que probable. Ahora, multitud de firmas imitan el estilo Leiber con bolsitos a precios asequibles que, lógicamente, son solo imitaciones de unos accesorios considerados como los Fabergé de la moda. Pero no importa, en realidad, rinden tributo a una mujer única y pionera con una vida fascinante que, ojalá, un día alguien lleve a la gran pantalla.