A estas alturas del verano… ya te habrás percatado de que, un año más, el crochet repite como una de las tendencias estrella de la época estival. El tradicional ganchillo que veíamos tejer a nuestras abuelas en tapetes, mantas o jerséis es considerado ahora un aliado imprescindible para sobrellevar con estilo las altas temperaturas. Y gracias al creciente auge de la artesanía en la moda, esta temporada regresa con fuerza a nuestros armarios reinterpretado a través de todo tipo de prendas y accesorios.
Esta técnica tradicional, que consiste en entrelazar bucles de hilo con una aguja específica, es de forma natural una de las más sostenibles. ¿El motivo? Su esencia radica en que siempre se debe realizar a mano, por lo que no se contempla una producción industrializada. Esto permite, a su vez, que no se genere ningún tipo de residuo textil, pues en cada pieza se utiliza únicamente el material necesario para confeccionarla. Y el resto se puede guardar para la siguiente.
Asimismo, el crochet también sirve como recomendable método de expresión artística y creativa, pues permite combinar distintos colores y motivos en una misma pieza. ¿Un ejemplo súper reivindicado en la actualidad? Lo encontramos en el estampado granny de cuadros con flores, pues era el más habitual entre las mujeres que cosían en casa.
Pero, ¿cuándo se convirtió esta técnica tradicional en tendencia? Fue en los años 60 y 70 cuando el crochet alcanzó su popularidad durante el movimiento hippy. De espíritu bohemio y mediterráneo, las prendas de ganchillo se convirtieron en uno de sus principales estandartes estéticos gracias a su carácter relajado y artesanal.
Jane Birkin (abajo, en la imagen), Brigitte Bardot o las tops Twiggy y Donyale Luna son algunos de los iconos de la época que impulsaron esta tendencia a través de sus estilismos. Porque, ¿quién no recuerda el vestido blanco de crochet que la Birkin llevaba mientras leía el periódico en una tumbona en la película La piscine (1969)? O el impresionante vestido negro de ganchillo con escote kilométrico en la espalda que Donyale lució durante un desfile en 1967.
Con el paso del tiempo, el crochet se ha ido reinventado cada año adaptándose a los tiempos, pero siempre conservando su carácter y su puesto en el pódium de tendencias estivales. Diseñadores y firmas no dejan de recurrir a él para crear algunas de sus piezas más especiales. En los últimos años, además, hemos visto cómo este material artesanal vivía varios booms estilísticos. Primero fueron los bikinis y bañadores en 2015. Unos años más tarde les siguieron los bucket hats. Y, actualmente, ya es ubicuo a través de vestidos, chalecos, pantalones, faldas, bolsos e, incluso, zapatos.
A todo ello hay que añadir que la técnica del ganchillo se ha puesto de moda entre los más jóvenes, quienes no han dudado en ponerse manos a la aguja para crear piezas auténticas que conjugan tradición y vanguardia a la perfección. Como verdader@s enamorad@s de esta tendencia, desde ECOLOVER hemos buscado y seleccionado tres firmas especializadas en crochet que destacan por su haber construido un universo especial y comprometido con la artesanía. ¡Toma nota!
Andrea Boix es la artífice de unos coloridos bolsitos de crochet que, desde hace dos veranos, seguro que no has dejado de ver en Instagram. Inspirada por su abuela durante el confinamiento, la alicantina decidió crear su propia firma para “rescatar la tradicional labor de ganchillo y transformarla en piezas únicas que aúnan la artesanía con la sensibilidad por la moda”. Objetivo conseguido. Sus diseños artesanales de estética vintage se han convertido en los más deseados para lucir durante la temporada estival. Cada bolso es creado a mano por artesanas locales utilizando materiales e hilos de la más alta calidad. Y, además, siempre bajo pedido para así conseguir que cada pieza sea única, especial y, por supuesto, sostenible. Como puedes ver, a la colección de bolsos de ganchillo ahora también se suman bucket hats, pañoletas y un top ideal para conseguir un total look playero de 10.
Fotos: Tom Martin
En 2016, la joven Lizzie Kaya encontró en el ganchillo un pasatiempo que, sin pretenderlo, pronto se convirtió en su gran pasión. Tras diseñar y confeccionar prendas para ella misma, decidió empezar a venderlas a través de Instagram bajo el nombre de Gimme Kaya, una marca convertida desde 2020 en una firma de moda consolidada. Su peculiar universo colorido, psicodélico y festivalero no solo ha conquistado a las generaciones más jóvenes… también ha llegado al ámbito editorial formado por revistas como Vogue, Elle o Simply Crochet. Pero el verdadero valor de sus piezas radica en que están diseñadas, tejidas, cosidas y empaquetadas por ella misma y por su pequeño equipo en Reino Unido, apostando por el slow fashion, la autenticidad y las prácticas sostenibles.
Enamorada del knitwear, la diseñadora Sandrine Ganem decidió fundar esta firma especializada en la confección de prendas de punto y crochet como “un sueño eterno que atraería a todas las generaciones, que seduciría a todas las mujeres a las que les gusta envolverse en una nube de color, en el calor natural y en la suavidad protectora”. Con sede en Francia, todos sus diseños se confeccionan 100% a mano en condiciones sociales éticas por un grupo de 40 mujeres y están pensados para convertirse en piezas icónicas que soporten el paso del tiempo. Para ello, utilizan principalmente materiales naturales como el algodón, el mohair, la alpaca o el lúrex de origen europeo. El uso del color es su principal seña estética, tanto en vestidos, tops o bikinis de crochet, combinando estampados en varias tonalidades, como en sus ya famosos jerséis tie-dye.
