El crecimiento del mercado del lujo respecto a su venta de segunda mano parece imparable. ¿Se podría considerar ya como una parte esencial de la moda circular?
Recuerdo a la perfección el día que compré mi primer (y único) bolso Loewe. Como amante de la moda siempre soñé con tener uno de los bolsos de nuestra firma española de lujo más internacional y valorada, pero mi economía no me lo permitía (lo cierto es que sigue sin permitírmelo y sigo sin poder acceder a un Loewe nuevo). Entonces pude hacerlo gracias a la venta de segunda mano.
Lo compré en una de mis tiendas de confianza, El Vestidor Vintage, fundada y dirigida por Mari Ángeles Vicente Rusch, una experta en moda de lujo que se asegura de certificar la procedencia y la autenticidad de cada una de las prendas de ropa y accesorios de lujo que vende en su tienda.
Poseer moda de lujo en el armario siempre ha sido un símbolo distintivo de éxito y de pertenencia a una élite, a una alta sociedad que siempre se ha podido permitir pagar los elevados precios de un bolso de Loewe, unos zapatos de Manolo Blahnik o una gabardina de Burberry. En definitiva, todas eran piezas que les distinguían del común de los mortales.
Sin embargo, desde hace unos años, el valor social del lujo se ha ido diluyendo gracias a la proliferación de tiendas de segunda mano que ponen a nuestra disposición prendas y accesorios exclusivos que hasta ahora no habían estado a nuestro alcance. ¿Se puede hablar de ello como una tendencia ya arraigada en la sociedad y en pleno crecimiento promovida por la generación millennial (y seguida por la generación Z y la Alpha)?
El armario de estas generaciones da fe de ello: «incluye un 25% de prendas de segunda mano y se prevé que aumente al 27% este año», según el último informe de Vestiare Collective & Boston Consulting Group (BCG). También lo hacen las cifras de este incipiente y cada vez más consolidado mercado de la moda y del lujo de segunda mano: «Su valor supera los 100.000 millones de dólares, el triple que hace tres años, y la previsión de crecimiento anual es del 20-30%», según el citado informe.
Marcas de lujo: ¿a favor o en contra de la segunda mano?
Ante el apabullante crecimiento de este mercado y sus prometedoras previsiones para los próximos años surge una pregunta… ¿dónde quedan las marcas de lujo que crearon los productos? Muchas miran con recelo y reticencia este nuevo y prolífico mercado en el que se venden sus productos y del que no reciben beneficio alguno.
Otras, las más inteligentes, han hecho suya la frase «Si no puedes con tu enemigo, únete a él» de la obra El arte de la guerra de Sun Tzu y han reconducido el problema integrando la venta de segunda mano y convirtiéndola en complementaria de la habitual. «Las marcas no están obligadas a apoyar la venta de moda de segunda mano, pero es una oportunidad de negocio para ellas», advierte la citada Mari Ángeles Miguel Rusch. Por ello, los programas de recompra y las colaboraciones con conocidas plataformas de reventa son algunas de las iniciativas que han desarrollado para intervenir en el mercado de segunda mano de lujo.
No podemos olvidar que la venta de segunda mano es una maravillosa estrategia para llegar a nuevos públicos. Es una forma de atraer a personas que siempre sintieron interés por la marca, pero cuya economía jamás les permitió acceder a sus productos. Los datos lo avalan: «En 2022, el 59% de los consumidores descubrió o compró una marca por primera vez a través de la compra de productos de segunda mano», así consta en el informe de Vestiare x BCG citado anteriormente.
Algunas firmas de lujo que promueven la moda circular
Entre las firmas de lujo que han pasado a la acción frente al auge de la venta second-hand, Alexander McQueen y Mulberry han sido pioneras, formado parte del programa Brand Approved de Vestiare Collective. A través de esta plataforma, las citadas firmas de lujo venden artículos de segunda mano que han comprado directamente a sus clientes y cuya autenticidad se ha sometido a un doble check: ha sido verificada tanto por la marca como por Vestiare, la plataforma de venta.
También Gucci apuesta por la moda circular… a su manera. Desde 2020, la firma vende una selección de artículos de segunda mano diseñados por Alessandro Michele en los diez años que estuvo al frente de la dirección creativa de la firma italiana a través de la plataforma de resale de lujo The RealReal.
Prendas de archivo que vuelven a ser tendencia
Junto al hecho de que muchas marcas de lujo formen parte activa del sector de la moda circular recomprando y volviendo a vender sus productos, hay que destacar que estas marcas también fomentan que prendas de ropa o accesorios vintage vuelvan a ser objeto de deseo. ¿Cómo? Rescatando y reeditando diseños de sus archivos y volviéndolos a llevar a la pasarela a través de sus nuevas colecciones.
«Estamos viendo cómo en las últimas colecciones las grandes firmas están tirando de los archivos de sus diseños, de sus piezas atesoradas. Loewe, por ejemplo, ha hecho recientemente muchas referencias a piezas de hace 20, 30 y 40 años», advierte Mari Ángeles. Otra firma de lujo que rescata diseños antiguos es Dior. En 2017, su directora creativa Maria Grazia Chiuri rescató el Oblique y lo convirtió en uno de los estampados más vistos del street style.
«El monograma Dior Oblique está confeccionado en un tejido que se utilizó por primera vez cuando se diseñaron los uniformes para Air France. De repente, un tejido de 1964 está de plena actualidad», explica nuestra experta consultada. Y además, añade: «las acciones de reedición de archivos de las firmas de lujo ayudan a la venta de segunda mano, ya que mucha gente busca el original de la época. Cuando reeditaron el Oblique, su valor se quintuplicó».
Además de las propias marcas de lujo, las celebrities que visten moda vintage en las alfombras rojas de los eventos de gran relevancia también contribuyen a dar visibilidad a estos diseños e introducirlos de nuevo en el imaginario fashionista. Zendaya vestida con un Valentino bicolor del 92 en la premiere de la segunda temporada de Euphoria o Bella Hadid con un Jean Paul Gaultier blanco de la colección de Alta Costura 2002 en el Festival de Cannes de 2021 son dos ejemplos de ello.
Ambas jóvenes celebrities (con permiso de la pionera en estas lides que es la gran Cate Blanchett) se postulan como las reinas del vintage por los múltiples diseños de otras temporadas que han lucido en sus apariciones públicas. A través de sus estilismos no solo dan visibilidad a este tipo de moda, también contribuyen a poner en valor prendas con historia.
¿Circularidad o… democratización del lujo?
Con todas estas facilidades para acceder a piezas de ropa y accesorios de lujo… ¿podemos hablar de su deseo por ser circular? La respuesta es sí. ¿Y podemos afirmar que se está democratizando? La respuesta es no. El lujo se ha hecho más accesible, pero sigue dirigiéndose a un público minoritario. La moda de lujo de segunda mano continúa teniendo un coste alto que no todo el mundo puede permitirse o que, en el caso de poder hacerlo, no están dispuestos a pagar. Es una cuestión de prioridades.
En este punto también surge una nueva cuestión: si el lujo es más accesible, ¿perderá esa connotación de élite, poder y éxito que siempre ha llevado aparejada? No necesariamente. Como comentábamos, los productos de lujo seguirán siendo adquiridos por un público específico, más grande que el anterior, pero que en ningún caso será la población general.
El gran valor del lujo (más allá de su connotación elitista)
Aunque veamos más piezas de lujo a nuestro alrededor, su valor y distinción del resto seguirá estando presente y, por extensión, algo de ese valor recaerá sobre la imagen de quien lo lleve. Porque, más allá de su connotación de poder o clase, las prendas y accesorios de lujo lo son por la calidad de las materias primas con las que están confeccionados, por la artesanía de su proceso de fabricación y por el exclusivo diseño que hay detrás de cada una de ellas.
Estamos ante piezas de calidad que perdurarán en el tiempo y que, además, se revalorizarán con los años, por lo que podemos hablar de auténticas inversiones financieras a largo plazo. Y a todo esto se suma que la venta de moda de segunda mano nos permite acceder a piezas que ya no se encuentran en el mercado, a primeras ediciones de modelos icónicos de la historia de la moda (dignos de coleccionista) para darles… una segunda vida más contemporánea.
Poco más puedo añadir a favor de este fenómeno que debería recibir un apoyo rotundo por parte del consumidor y también de la marca. Por poner en valor el diseño, el savoir faire de los y las artesanas y la historia de cada pieza; y por reconducir la moda, una de las industrias más contaminantes del mundo, hacia la sostenibilidad y el cuidado del planeta. Y, cómo no, por mantener encendida la ilusión de quien, como yo, puede acceder a su primera pieza de coleccionista. Ahora sí.
