En nuestra constante búsqueda de propuestas que aúnan arte y sostenibilidad nos hemos encontrado con el trabajo de una joven artista de ascendencia coreana que nos ha robado… el corazón. Nunca esta expresión fue más idónea para una propuesta basada en este órgano del cuerpo humano tan fascinante por dentro y por fuera. EMA SHIN es la responsable de unas obras que lo tienen como leitmotiv y consiguen transmitir una fuerza creativa que, además, conecta con técnicas algo inusuales en la actualidad.
De origen japonés, Ema estudió grabado tradicional y contemporáneo en la universidad de Tokio y completó una Maestría en Bellas Artes en Nagoya. Llegó a Melbourne en 2010 como investigadora becada por la Pola Art Foundation y comenzó a desarrollar su particular discurso estético. Un discurso sobre arte y sostenibilidad que no deja indiferente a nadie a través de su poderosa presencia.
Su trabajo artesanal presenta órganos del cuerpo y flores como símbolos de su vida y de sus emociones. En su constante búsqueda anatómica de la belleza, utiliza tapices, bordados de técnica mixta, grabados y papel maché. ¿Su principal objetivo? Hacernos reflexionar a través de experiencias mentales y físicas sobre la fecundidad del cuerpo femenino combinando siempre arte y sostenibilidad.
Desde que tuvo su primer hijo en 2014, ha coordinado su práctica artística con la vida cotidiana, trabajando en un estudio casero para producir obras domésticas que celebran la vida y el cuerpo de las mujeres. Ema tiene como objetivo crear composiciones que expresen la sensibilidad por los materiales táctiles, la aplicación contemporánea de técnicas históricas, la conciencia física, la feminidad y la sexualidad. Arte y sostenibilidad se fusionan en una obra que, sin duda, produce un poderoso impacto emocional.
Ema ha formado parte de muchas exposiciones sobre arte y sostenibilidad en los últimos 15 años. En 2012 participó como artista residente en el Australian Tapestry Workshop, donde experimentó con el tejido de tapices. Tras ello, su obra de tapicería artesanal llamada Soft Alchemy (Lily) recibió el prestigioso Premio Kate Derum de tapices pequeños en 2017. Ese mismo año colaboró con artistas de bordado de Tamworth para crear la obra Devoted Body, parte de la exposición 3rd Tamworth Textile Triennial que visitó once lugares de Australia entre 2017 y 2020.
Tras ello, participó con gran éxito en la prestigiosa London Craft Week de 2020. Y por su parte, también ha organizado numerosos talleres textiles y de grabado en madera en Australia, Japón y en otros países interesados por el tándem formado por arte y sostenibilidad.
Ema, una artista de voz suave e imagen cercana, utiliza el antiguo oficio de bordado con tejidos para crear piezas poderosas y femeninas. Piezas que homenajean a las mujeres de su vida, como su madre y su abuela. Al investigar en los árboles genealógicos coreanos, la tradición manda rastrear a los hombres, es decir, a los primogénitos varones.
Por ello, en el árbol genealógico de Ema de 35 generaciones, un libro atesorado por su propio abuelo, no hay nombre de mujer alguno. Es curioso cuando se necesitan dos para bailar un tango, ¿verdad? Y después, obviamente… una mujer tiene que dar a luz a un bebé para que continúe la próxima generación del árbol genealógico.
Su reivindicación en defensa del universo femenino es parte de una conversación que, en la actualidad, sigue pendiente. Y continuará pendiente. De hecho, jamás dejará de estarlo si tenemos en cuenta, por ejemplo, la lamentable situación que viven las mujeres del sudeste asiático en talleres y fábricas dedicadas a satisfacer la inagotable demanda de nueva (e innecesaria) moda.
En este sentido, la obra de Ema reivindica arte y sostenibilidad porque conecta con el sufrimiento de un colectivo indefenso… pero no invisible. Y lo hace sin renunciar a una paleta de colores arrebatadora basada en gamas de rosas y rojos que elevan, si cabe, la intensidad visual de su obra. Ante ella, quedarse impasible sería extraño. ¿Conmovid@? Es más que probable.
