Y por fin, ley y moda se enfrentan cara a cara. Se veía venir porque por las buenas no hay manera. Así que será por las malas o, mejor dicho, vía legal. Se ha anunciado una nueva legislación para impulsar la sostenibilidad dentro de la industria de la moda de Nueva York. ¿Principal objetivo? Asegurarse de que los y las consumidoras compren ropa más ética y respetuosa con el medioambiente. El INSTITUTO NEW STANDARD está trabajando en la denominada Ley de Responsabilidad Social y Sostenibilidad de la Moda. Una ley apodada como The Fashion Act que cuenta con el respaldo de la senadora del estado, Alessandra Biaggi, e impondrá reglas a ciertas empresas para implementar objetivos basados en la ciencia. ¿Qué empresas? Las que tengan una facturación anual superior a 100 millones de dólares.
Como resultado de la legislación, se espera que este tipo de empresas de moda con sede en el estado de Nueva York se adhieran al SBTi. Y además, presenten evidencias de operaciones sostenibles para comerciar en la ciudad. Pero… ¿qué es la SBTI? Es la iniciativa Science-Based Targets que se ha creado para liderar los esfuerzos de descarbonización. Y ya ha sido adoptada por más de 2000 empresas con operaciones globales. En última instancia, esta iniciativa proporciona datos científicos para ver con claridad qué dirección debe seguir una empresa para eliminar sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
«Como capital mundial de la moda, Nueva York tiene la responsabilidad moral de servir como líder en la mitigación del impacto ambiental y social de esta industria«, ha afirmado Biaggi con contundencia. Lo que es realmente esperanzador es que este cambio de legislación, una vez aplicado, sentará un nuevo precedente para la producción de moda. ¿Se producirá entonces un efecto dominó en el resto de las capitales de la moda en Europa? Esta por ver pero… sería más que posible. Porque si no quedarán en total evidencia ante Nueva York como pionera en este sentido. Y no se van a sentir… cómodas con el papel.
La ley en cuestión va a exigir que las marcas divulguen sus emisiones de gases de efecto invernadero, así como su energía, agua, materiales y uso de plástico y manejo de químicos. También será obligatoria la total transparencia en toda la cadena de suministro, incluidos los informes sobre salarios y seguridad laboral (¿hola fast fashion y compañía?). Y a nivel medioambiental, el reto que plantea intentará lograr objetivos científicos en línea con el objetivo del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global en 1,5 °C.
Por último, la nueva legislación responsabilizará a las principales empresas de moda por sus impactos medioambientales y sociales. Cualquier marca que no cumpla con la ley será multada con el dos por ciento de sus ingresos anuales y todos los fondos se entregarán a organizaciones de justicia ambiental como la veterana UPROSE de Brooklyn. Ahí queda eso. Sin embargo, la ley en cuestión aún debe ser aprobada por el Senado y la Asamblea de Nueva York. Así que todavía debemos esperar a que se haga realidad para celebrar lo que supondría un paso histórico hacia la sostenibilidad.
Estamos ante un hecho constatado, todo es parte de un movimiento creciente hacia una mayor regulación de la industria de la moda. La Unión Europea, por ejemplo, está lista para presentar un proyecto de ley que cubra la diligencia debida, el diseño ecológico y el etiquetado de productos este mismo año. Y ello afectaría a todas las empresas que hacen negocios en la UE. Ley y moda se enfrentan en un mismo cuadrilátero. Quizás muy pronto esta industria comenzará a sentir el impacto legal en sus entrañas y entenderá, por fin, que necesita aprender a respetar el planeta.
