En nuestra infatigable búsqueda de artistas que interactúen con la naturaleza y transmitan un mensaje positivo a través de su obra… hemos descubierto el universo de ANA DOCAVO. De origen valenciano, Ana se define como una ocean artist y, la verdad, ¡no podemos estar más de acuerdo con el término!
Reciclaje para crear vida. Es imposible elegir mejor filosofía de trabajo en un planeta que sufre el implacable impacto negativo de la humanidad. Consciente de ello (más bien, muy consciente), Ana renunció a ejercer como ingeniera agrónoma para convertirse en lo dicho… ocean artist. Una actividad que, lógicamente, no está tipificada por la Agencia Tributaria. Ni falta que hace.
Su ámbito profesional tiene el mar y los océanos de telón de fondo y, por tanto, su alcance es tan amplio que no es posible acotar un trabajo como ocean artist que, ante todo, pretende aportar «paz entre tanta histeria«. Fascinad@s por su visión plástica, hemos contactado con Ana para que nos cuente los entresijos de una vida dedicada a inspirarse en la naturaleza… mientras se lucha por defenderla.
¿Cuándo y cómo surgió tu vocación artística?
De pequeña soñaba con ser Jacques Cousteau y estudiar oceanografía, el mar es y ha sido siempre mi gran pasión. Pero el azar me llevó a formar parte durante veinte años de una prestigiosa editorial dedicada a la reproducción de manuscritos medievales. Un trabajo precioso gracias al cual viajé por todo el mundo buscando tesoros en las bibliotecas más importantes. Esta etapa de mi vida me convirtió en una amante del mundo del arte. Pero… a pesar de tener un trabajo maravilloso yo sentía la necesidad de «oler a mar” y cada vez que podía me escapaba a Formentera para disfrutar de la energía positiva que transmite esta isla. En 2017 decidí que era el momento de perseguir mis sueños. No sabía exactamente cómo lo iba a enfocar, pero tenía claro que estaría relacionado con el mar y el arte. Justo en ese momento, diseñé un bolso con erizos dorados para un evento en la Embajada de Italia. La pieza fue un súper éxito y, gracias a ello, me hicieron muchas entrevistas en numerosos medios. Esta visibilidad me permitió comenzar mi nueva profesión: ser ocean artist.
¿Por qué decidiste vincular tu obra con la sostenibilidad?
Durante mis viajes en busca de inspiración y materiales para las obras, visité muchos lugares «no turísticos» y fue un auténtico shock. Ver lugares tan idílicos con sus orillas llenas de plásticos, televisiones o chanclas fue muy impactante. Las zonas hoteleras con playas súper limpias y a pocos kilómetros… las playas salvajes con aguas cristalinas y llenas de basura. Esto fue un punto de inflexión y me di cuenta de que si no actuamos ya, no habrá marcha atrás y nuestros nietos no podrán bucear entre corales, posidonia o caballitos de mar. Decidí realizar mis obras como ocean artist para concienciar sobre lo que esta ocurriendo en nuestros mares y océanos. Y trabajar solo con materiales sostenibles.
¿Qué encuentras en el mar que te resulta tan inspirador?
Hay gente que hace meditación, yo me sumerjo para relajarme. El mar es mi lugar para desconectar. Siento una paz que no he conseguido sentirla en ningún otro sitio. El sonido de las olas, su olor, el silencio al sumergirme, la sensación de ingravidez al bucear entre peces, corales o posidonia. Para mí es como estar en el paraíso. ¡Esa paz me inspira como ocean artist! No pienso en crear, sino que buceo y sin querer me vienen ideas. Siempre llevo una libreta y cuando salgo de hacerlo lo apunto todo.
¿Qué materiales sueles utilizar para hacer realidad tus obras?
En mis inicios utilizaba elementos marinos que encontraba sin vida en los viajes que hice a las barreras de coral de diferentes océanos. Enseguida comprendí que esas caracolas y corales muertos tan bellos que encontraba en las orillas debían permanecer en su hábitat para seguir el ciclo natural. Entonces fue cuando decidí apostar por el reciclaje. Busco todo tipo de conchas y caparazones, sobre todo en restaurantes y empresas relacionadas con el medio. Lo que no puedo conseguir lo reproduzco normalmente en cerámica o metal. Tengo la suerte de vivir en Valencia y tengo cerca muchos talleres de cerámica artesanal donde hago cursos de distintas disciplinas.
¿Cuál es el principal mensaje que quieres transmitir a través de tu obra?
Utilizo el arte como instrumento de lucha contra el cambio climático. Mi lema es esta frase del gran Jacques Cousteau: «People protect what they love«. Cuando amas algo lo quieres proteger. Por tanto, mi misión es crear obras de arte para enseñar las maravillas que se esconden bajo nuestros mares y océanos. Conseguir que la gente se enamore de la flora y fauna marina. Es la única manera de que seamos respetuosos y las cuidemos. Y hay que concienciar a las futuras generaciones de la necesidad de cuidar nuestro planeta.
Y por último… ¿qué tienes en mente de cara a tu futuro más inmediato como ocean artist?
Estoy trabajando en dos proyectos apasionantes que finalizare en un par de meses. El primero es una escultura suspendida de 5 metros para la Clínica Alberto Marina, inspirada en los cut-outs de algas de Oceanía y en uno de mis artistas favoritos, Henry Matisse. El segundo es una cápsula del tiempo que contendrá mensajes de esperanza para nuestros mares y océanos de cientos de personas. Se sumergirá bajo el agua en 2023 y la ceremonia de apertura de la cápsula será el 8 de junio de 2030, Día Mundial de los Océanos.
