Encontrar ropa respetuosa con el planeta sigue siendo todo un reto cuando hablamos de tallas grandes. Pero… ¿por qué sucede esto?
Desde que comencé mi andadura en ECOLOVER, investigar y encontrar nuevas firmas que trabajen de forma ética, sean respetuosas con el medioambiente y ofrezcan, además, ropa actual y apetecible es una de las tareas que realizo casi en automático. Mi eco-radar (como nos gusta llamarlo) está permanentemente activo y mi carpeta con propuestas se amplía día sí y día también.
Cuando decido hacer una captura a un perfil de Instagram o de una web, hay varios detalles a los que siempre presto atención y considero de cara a proponer una firma en algún post. Éstos son el storytelling, los materiales y tejidos que emplea, su modelo de negocio, que sea de proximidad (preferiblemente made in Spain) y, por supuesto, su estilo. Sin embargo, hay algo en lo que también me fijo y, desde hace tiempo, me llama la atención: la mayoría no cuenta con tallas grandes en su catálogo.
Hasta aquí, puede que como yo tampoco te sientas tan sorprendida, teniendo en cuenta que la escasez de opciones para tallas grandes es un clásico en el mundo de la moda femenina. Triste, pero así es. Pese a los amagos de la industria por mostrarse más comprometida, inclusiva y diversa a todos los niveles, lo cierto es que, más allá de un desfile o un lookbook, la realidad no ha cambiado tanto.
De hecho, Vogue Business corroboraba en un informe publicado el pasado mes de marzo la falta de diversidad corporal en los desfiles de otoño-invierno 23/24. Tras analizarlos uno a uno, concluyeron que, de los 219 espectáculos celebrados en Nueva York, París, Londres y Milán, solo un 0,6% de modelos contaban con propuestas en tallas grandes. Un dato desolador, a la vez que bastante revelador.
¿Qué pasa con las tallas grandes en la moda sostenible?
En los últimos años, hemos visto cómo la moda se está transformando en términos de sostenibilidad. Avanza sin prisa, pero sin pausa, y aunque se trata de una travesía complicada, a estas alturas ya ha quedado demostrado que se puede caminar en la buena dirección. Sin embargo, parece que, por el momento, la diversidad de tallas no está entre sus prioridades. O, al menos, así lo hemos comprobado tras investigar al respecto.
«Realmente, apenas hay firmas de moda respetuosas con el medioambiente que cuenten con tallas grandes. Y cuando hablas con ellas, te dicen que es porque no se pueden permitir producir más tallas si no las van a vender», me cuenta al otro lado del teléfono Lidia Juvanteny, activista del amor propio y una de las fundadoras de la cuenta body positive @soycurvy. Hasta ahora, las firmas sostenibles en las que ha podido comprar moda de su talla se cuentan con los dedos de una sola mano: «Es el pez que se muerde la cola. Si no ofreces nadie compra, y si nadie compra no hay oferta».
La rentabilidad económica es, en este sentido, el principal handicap para las firmas independientes o emergentes a la hora de ampliar su rango de tallas. Según Nuria Freire, diseñadora de moda y fundadora de la firma de slow fashion Cléa Studio, llevar a cabo una producción que incluya todas las tallas supone un gasto muy grande, por lo que se debe priorizar cuáles son las que se venden más: «Lo ideal sería poder abarcarlas todas, pero para muchas empresas es una inversión que no se pueden permitir».
Tallas grandes: un problema que va más allá de la estética
Resulta contradictorio que, teniendo en cuenta la escasez de firmas con tallas grandes especialmente fuera del ámbito de la fast fashion, muchas empresas sigan considerándolo inviable por razones puramente económicas. Julia Cebrián, psicóloga general sanitaria, psicofarmacóloga y experta en población infanto-juvenil, señala que se debe también a que la gordofobia continúa estando muy presente en la industria y, consciente o inconscientemente, es algo relevante para muchas marcas.
«Hay empresas que todavía asocian el cuerpo gordo con características desagradables (feo, sucio, poco saludable, vago…) y no quieren por tanto que su ropa se vincule a esto», subraya. Este problema es común a todo tipo de marcas y afecta tanto a las mujeres que no encuentran con qué vestirse de un modo cómodo, como a aquellas que temen engordar por pasar a tener una talla que no exista en la mayoría de sus tiendas preferidas.
Tal y como añade Julia, «es otra forma de violencia gordófoba más. Otro recordatorio de la otredad, de que tu cuerpo no está bien y de que debes cambiarlo a toda costa, porque si no vas a tener que enfrentarte a estas consecuencias. Si a todo esto le sumamos la imposibilidad de actuar en base a la ética personal, añadimos aún más malestar e incluso culpa»
¿Usar más metros de tela implica un aumento de precio?
En palabras de Nuria, algo que sí pueden hacer las pequeñas empresas es ofrecer alternativas a las consumidoras de tallas grandes, sobre todo si se trata de una empresa que trabaja sin stock. Una de las más sencillas, y que la propia diseñadora aplica en Cléa, es adaptar las prendas de colección a esa persona u ofrecer la posibilidad de fabricar los diseños en tallas grandes bajo demanda.
Muchas veces, esta opción no se contempla porque las propias firmas o diseñadores no lo comunican. Pero es una opción que está ahí y que, por suerte, es cada vez más habitual. Eso sí, Lidia asegura que «tienes que ser tú la que pregunta. Y aquí también entra si aceptas quién eres y el cuerpo que tienes o no. Por ejemplo, a mí no me da vergüenza preguntarle a una marca si tiene algo de ropa para mí». Tanto ella como Nuria coinciden en este aspecto: «Tenemos muy asociado que el ser talla grande es algo malo y no. Simplemente es tu cuerpo, necesita más tela y no pasa nada», razona la diseñadora.
Sin embargo, aquí entra en juego otro dilema: el factor precio. ¿Debería costar lo mismo una prenda que necesita más metros de tela frente a las de talla estándar? «Si lo piensas desde el punto de vista empresarial, no. Es muy violento ver el cambio de precio según el cambio de talla, pero al final es una realidad. No obstante, en mi caso, por ejemplo, yo cobro lo mismo. Si tengo que perder un poco de dinero no pasa nada, lo hago y al menos esa persona se va contenta».
Pues sí… la fast fashion va un paso por delante
Al profundo vacío de aquellas personas con tallas grandes que desean consumir moda ecológica y no encuentran dónde, se suma el coste de la reducida oferta disponible. Un precio que, la gran mayoría, no se puede permitir pagar y que la convierte en el rival más débil frente a su principal competidor: la fast fashion. Empresas textiles como H&M, Mango, Asos o Shein han respondido con mayor rapidez a la alta demanda de aquellas consumidoras con más de una 42 o una XL.
En concreto, la marca china se ha convertido en el primer destino para mujeres con cuerpo no normativo, al ofrecer ropa en tallas grandes que sigue las tendencias y tiene un precio más que asequible. En este sentido, las condiciones deplorables bajo las que trabajan sus empleados, el uso de materiales tóxicos o la inexistente ética medioambiental en sus procesos de producción pesan bastante menos en la balanza que el hecho de ser una solución inmediata para quienes vestirse resulta un verdadero tormento.
«¿Cómo van a pensar en sostenibilidad si ya les cuesta encontrar ropa en la que quepan?», se pregunta Julia. Lo primero y más necesario es cubrir la demanda real de tallas grandes que existe todavía, «en el momento en el que esto esté resuelto, creo que vamos a dar más espacio a poner otros filtros, tanto estéticos (porque a veces siquiera se puede elegir en base a esto) como éticos», añade.
Firmas sostenibles que dicen sí a las tallas grandes
Pese a que el panorama general no es muy alentador, por suerte hay firmas en Europa y en España (pocas, pero las hay) que sí han decidido pasar a la acción en este sentido. Y gracias a ellas, se puede comprar moda responsable, bonita, asequible y en tallas grandes. Uno de los mejores ejemplos lo encontramos en Ganni. La firma danesa es una de las insignias de moda sostenible más inclusivas, pues gran parte de sus prendas están disponibles hasta la talla 52.
Asimismo, la firma británica Lucy & Yak también puede presumir de ser un referente en cuanto a moda sostenible con tallas grandes. Sus originales y coloridos diseños se pueden comprar hasta en una talla 60 europea y, además, a precios bastante razonables. En España, Bluyins, especializada en denim con bajo impacto, ofrece sus vaqueros hasta la talla 46. Y las propuestas de LR3, afincada en Barcelona, están pensadas para cualquier talla y cuerpo, sin distinción.
Llegados a este punto, vuelvo a la pregunta que da título a este artículo: ¿es posible una moda sostenible con tallas grandes? Yo digo sí. Siempre y cuando las empresas estén real y honestamente dispuestas a comprometerse con la diversidad y la inclusión. Está claro que todavía queda mucho trabajo por hacer, pero se puede. Al final, simplemente se trata de que cualquier mujer pueda sentirse cómoda en su cuerpo y pueda disfrutar de la moda con libertad sin pensar en que, por el hecho de necesitar más de una talla XL, no tiene derecho a ello.