El vidrio como materia prima idónea para promover la sostenibilidad. La generación de millones de toneladas anuales de desechos contaminantes sin tratar conlleva una grave degradación del entorno en el que terminan depositándose. Por ello, la industria del packaging de vidrio está en boca de tod@s. Entre los principales desafíos a los que se enfrenta este sector está el atender las necesidades de la industria de la alimentación y de las bebidas. Concretamente, debe encontrar soluciones para lograr una mayor eficiencia energética e incrementar el uso de este material reciclable en su producción.
Pero también el vidrio debe reencontrar su lugar en la vida cotidiana y, por ende, en la decoración de espacios. En este sentido, destaca el trabajo de una diseñadora germano-brasileña afincada en Barcelona llamada NATHALIE SCHRECKENBERG. ¿Su misión? Crear cristalería peculiar pero encantadora inspirada en las formas orgánicas de la naturaleza.
Antes de extender su práctica al mundo de los artículos para el hogar de vidrio, Schrekenberg se hizo popular por sus elegantes joyas elaboradas con plata esterlina reciclada. Ahora, su experiencia en Bellas Artes y en escultura es evidente al descubrir la sinuosidad de sus piezas. Por ejemplo, el plato Gil está hecho a mano con vidrio de borosilicato altamente resistente y se construye desinflando una burbuja de vidrio soplado. Por su parte, el jarrón Caê se crea mediante una técnica de plisado a mano.
El compromiso de esta diseñadora con la belleza de la imperfección se refleja en los procesos de producción manual de su firma homónima. Sus acabados ondulados y sus construcciones toscas son señas de su fascinante identidad. Equilibrando los elementos estéticos más ásperos con sutiles colores pastel, Schreckenberg transmite serenidad con sus diseños. Hábilmente soplados y acabados con suma delicadeza, son obras que cautivan a través de sus formas encantadoras pero inesperadas. Y confirman el potencial del vidrio como materia prima idónea para fines sostenibles… y bellos.