El mayor inconveniente con la mayoría de la comida es que, tarde o temprano, si no se consume a tiempo se echa a perder. Pero la deliciosa comida creada por la artista de ganchillo Maria Skog… no tiene este problema. Al contrario, sus obras perduran y triunfan entre sus miles de seguidores en redes.
Conocida a nivel global como VIRKASE, María «cocina» con sus puntadas de crochet deliciosas tostadas de aguacate, huevos y tocino, waffles y rollos de canela de Skog que nunca se echarán a perder. Piezas que están hechas para durar y, como tales, se pueden admirar durante mucho más tiempo que la comida habitual.
En una conversación reciente con la web sobre arte Colossal, María reveló que comenzó a practicar crochet durante un período en el que lidiaba con problemas de salud graves. Además de su efecto relajante, el ganchillo también le permitió que sus hijas tuvieran algo por lo que recordarla: «Si no sobrevivía, quería que las niñas tuvieran recuerdos vivos de mí y pensé que nos recordarían jugando juntas con la comida que yo mismo tejía«.
Cuando sus hijos tenían 2 y 5 años, María jugaba con ellos a juegos de cafetería, tienda y restaurante. Y claro, necesitaban comida de juguete para ello. Su destreza en manualidades le animó a tejer unos platos a ganchillo. Y después unos cupcakes y un pastel de princesa. Y luego… verduras, bayas, frutas, dulces, barras de chocolate, sushi, bolsas de papas fritas, pasteles de Karelia, gachas y café…
Afortunadamente, María superó el cáncer de mama que padeció hace doce años y… su pasión por el ganchillo no solo continuó, sino que aumentó. Ahora comparte con entusiasmo sus creaciones culinarias en Instagram con más de 40.000 seguidores. Y las vende a través de esta red social. Desde su casa en Närpes, Finlandia, su particular universo de crochet no deja de crecer mientras Lola, su Cavalier King Charles spaniel, le observa relajadamente.
A sus 42 años, María teje sus delicadas obras de arte con un detallismo asombroso, asegurándose de que alimento se mantenga tan fresco como el día en que se creó. Su afición transformada en oficio ya le «obliga» a dedicar varias horas diarias a usar el ganchillo para dar forma a nuevos retos alimenticios. Esta tarea no solo le agrada y le representa, también le ayuda con su meditación diaria.
No parece haber ningún alimento que María no recree con lana. Con evidentes reminiscencias a la obra de la artista textil británica Kate Jenkins, la comida es el principal leitmotiv de una propuesta que se diferencia por ser 100% homemade, aparte de handmade, claro.
Y respecto a su metodología… María destaca por ser una auténtica outsider del ganchillo: «Utilizo puntos básicos en mi trabajo: puntos de cadena, puntos altos y puntos bajos. Nunca sigo las instrucciones porque las encuentro aburridas. Trabajo a mano alzada y mirando una imagen de comida real. Observo su forma y sus características especiales y luego trato de tejer un objeto que sea lo más similar posible. Creo que esto es como hacer esculturas, pero… en lugar de arcilla uso los hilos de lana del ganchillo”.
Por el momento, María no tiene pensado parar de tejer más piezas que nos sorprendan y enamoren. ¡Desde ECOLOVER le animamos a seguir con ello! El suyo es, sin duda, un talento a destacar dentro del actual panorama europeo de la artesanía y sería una pena dejar de disfrutarlo: «No he querido dejar de tejer porque es muy divertido y meditativo. Mis niños ya son adolescentes. Ahora, nadie más que yo y el hijo de mi tía jugamos con la comida, pero todavía hago crochet casi todos los días porque a través de Instagram mi propuesta ha encontrado un público maravilloso«.
