El contenido importa, pero aquello que lo envuelve… también. Y mucho. Es obvio que el simple reciclaje podría no ser suficiente en la lucha por un futuro beauty sostenible. Por ello, las firmas de belleza se están inclinando hacia proponer productos recargables, reutilizables y biodegradables para conseguir que el consumidor ajuste al máximo el uso diario de ellos.
Por el momento, la propuesta más innovadora es el programa Loop de la empresa TERRACYCLE. Los ciudadanos de Nueva York, Londres y París pueden pedir productos de las marcas participantes (como una de nuestras favoritas, REN) y les llegan en envases más ecológicos, como botellas de vidrio. Una vez que se hayan terminado, se devuelve el embalaje a las instalaciones donde se lavan, rellenan y envían nuevamente, eliminando totalmente el plástico de un solo uso.
Firmas más pequeñas de cosmética natural como FOLLAIN y BATHING CULTURE han lanzado frascos de vidrio recargables en la tienda donde estén disponibles o a través de bolsas de recarga a granel. Por su parte, la legendaria firma OLAY ha comenzado a probar cápsulas recargables de un frasco más grande; de este modo se necesita comprar este frasco tan solo una vez y este, a su vez, también se puede recargar.
«Parece muy obvio, una cápsula recargable, pero es una opción que no existe para marcas masivas«, afirma Anitra Marsh, directora asociada de comunicaciones en P&G (la empresa matriz de Olay). Marsh lidera un grupo de trabajo de sostenibilidad global en este gigante del ámbito beauty: «La acumulación de plástico en nuestro medioambiente es un problema de todos. Los desafíos para conseguir reducirla son complejos. El packaging recargable es una solución, pero realmente será necesario un enfoque múltiple para mejorar la sostenibilidad del mercado skincare«.
Sin embargo… algunas marcas masivas tienen previsto apostar casi por completo por el plástico reciclado. Hace unos meses, todas las diferentes líneas que conforman el universo inclusivo DOVE anunciaron que, para fin de año, casi todos sus envases serían de plástico completamente reciclado.
Lo cierto es que todo lo comentado anteriormente coincide con un cambio en los hábitos de l@s consumidor@s, que se alejan de las cansinas rutinas de 10 pasos y de los alijos de belleza personales que ocupan un armario. Se está optando por usar menos. ¿Vuelve a triunfar el slogan de los años 90 less is more? Probablemente. Bienvenid@s a una nueva dimensión llamada beauty minimalism. ¡Incluso hay influencers y vloggers de belleza que defienden el movimiento anti-exceso! Como Samantha Ravndahl y RawBeautyKristi, que están evitando a toda costa la acumulación de productos o promoviendo las «limpiezas sin compra» de tres meses. ¿Funcionarán sus loables iniciativas? Esperemos que sí.
