La fundadora de esta firma tan deseada dentro y fuera de nuestras fronteras nos transmite su visión sobre la actual industria de la moda
Celia Bernardo se define a si misma como una “activista del color”. Y quienes hayan visto cualquiera de sus diseños no dudarán en estar de acuerdo con este título autoimpuesto. La diseñadora asturiana fundó en 2012 su firma homónima, Celia B, con un claro propósito: reivindicar la belleza de los colores frente al minimalismo que, a menudo, impera en la industria de la moda.
Más de una década después de ser fundada en Shanghái, ciudad donde vivía por entonces, Celia B se ha consolidado como marca en la industria de la moda. Pero también en la televisión, porque sus diseños aparecen en la 3ª temporada del éxito de Netflix Sex Education. Coloridas, femeninas y nada particulares, sus propuestas representan «una oda a la libertad, una celebración de la alegría de vivir en todas sus formas a través de piezas divertidas, llamativas y atemporales».
Este universo tan único y cargado de personalidad se ve plasmado en sus colecciones, en las que la calidad de los tejidos conforma un pilar fundamental junto a los estampados, las tonalidades enérgicas, el patchwork o las siluetas boho. La firma es famosa, especialmente, por sus vestidos decorados con lentejuelas, plumas, motivos florales o detalles románticos, aunque también encontramos trajes sastre, abrigos o blusas que no dejan indiferente a nadie en la industria de la moda.
La industria de la moda y sus reglas
Desde que comenzó su trayectoria en la industria de la moda, Celia se ha mantenido firme en cuanto al significado que tiene la ropa en nuestro armario. No solo se trata de tejidos con los que nos cubrimos para salir a la calle, sino que entiende cada prenda como una extensión de nuestra propia identidad. De hecho, sus diseños destilan una estética sesentera y boho chic muy afín a su personalidad a la hora de vestirse. En ellos, el color tiene mucho que decir en este aspecto y no duda en usarlo con fervor para animar a sus client@s a «brillar con luz propia, a vivir con audacia y a celebrar la vida».
Esta perspectiva forma el tándem perfecto junto a su visión consciente a la hora de diseñar moda. ¿Su objetivo? Crear piezas que, pese a sus originales y llamativos diseños, perduren en el armario durante años. Es decir, acabar con los moldes y reglas establecidas por la industria de la moda para demostrar que la ropa atemporal no tiene por qué ser básica o aburrida. Un firme compromiso con ella misma que cumple con nota en cada colección, tanto de moda como de homewear.
Asimismo, en los últimos años, aspectos como la sostenibilidad en la industria de la moda, la circularidad y el consumo responsable no han dejado de escalar posiciones hasta convertirse en una prioridad en su día a día, tanto a nivel personal como laboral. Motivo por el que le hemos pedido que responda a nuestro cuestionario ECOLOVER para conocer mejor su punto de vista actual respecto a estos temas. Y sus respuestas, a continuación, son tan genuinas como sus venerados diseños.
¿Cómo definirías tu personalidad propia como Ecolover?
Sin duda, diría que soy creativa y curiosa. Siempre me ha gustado trabajar con las manos, las mezclas, las experiencias y las cosas bien hechas. Asimismo, las ganas por descubrir qué había más allá de la ciudad donde me crié me llevaron a mudarme a Shanghái y, en su momento, lanzarme a la piscina con mi propia firma.
¿Cuál es el mayor reto sostenible al que se enfrenta la industria de la moda actual?
Hay tantos… pero si tuviera que quedarme con uno, diría el exceso de demanda a raíz de la fast fashion. Nos hemos acostumbrado a ver ropa nueva en las tiendas cada dos semanas (en algunas plataformas a precios que no llegan ni a los 10€…) y la sobreproducción que causa eso es brutal. Es fundamental que los consumidores entiendan que eso no es ni normal, ni justo.
¿Es posible transformar la industria de la moda en una economía circular?
Por supuesto que sí. Es más, estoy convencida de que es el futuro de la industria de la moda. Pese a que en España aún nos queda camino, hay muchos países en los que la economía circular está normalizada. Existe un gran número de plataformas que la promueven y han demostrado que es rentable. Por eso pienso que es algo inevitable y que, incluso, es el propio consumidor quien empieza a demandarla. Al fin y al cabo, se trata de poder otorgar muchas vidas a una misma prenda y, para poder hacerlo, la ropa debe confeccionarse con esa idea en mente. En nuestro caso, por ejemplo, nos esforzamos por crear prendas en las que priorizamos su durabilidad con esa meta.
¿Qué parte de la sostenibilidad en la industria de la moda despierta tu lado más activista?
Luchar contra la citada sobreproducción. Hace años trabajé para algunas marcas de fast fashion y tuve la oportunidad de vivir ese mundo muy de cerca. La cantidad de ropa que se produce, la cantidad de ropa que se tira… Es algo que, en su momento, me impresionó mucho y, a día de hoy, sigo intentando concienciar a la gente sobre esa realidad de la industria de la moda.
¿Crees en la moda como un buen vehículo para promover la solidaridad?
Creo que puede ser un arma de doble filo, aunque mi lado más optimista quiere pensar que sí. Siempre he concebido la moda como mucho más que telas y combinaciones de colores. Pero para mí, también es política y es economía. En definitiva, es una herramienta fácil para llamar la atención del público acerca de un tema social. No obstante, soy consciente de que hay muchas empresas que se aprovechan de ciertas causas y movimientos. Y ahí es donde debería entrar el criterio propio, el ser capaces de tener ojo crítico para identificar quién lo hace con buenas intenciones y quién no.
¿Cuál es el mayor reto sostenible al que te enfrentas actualmente?
Los plásticos. Me ponen mala y es algo que intento activamente evitar o minimizar, tanto en mi vida personal como en la profesional con mis proveedores.
¿Cómo contribuyes a fomentar el consumo consciente, especialmente de moda?
Trato de interrumpir el ciclo de la moda rápida, fomentando el consumo consciente y poniendo muchísimo énfasis en la durabilidad y versatilidad de nuestras prendas. Mi sueño es que nuestras clientas sigan usando nuestras prendas año tras año y, quizás, dentro de una década las sigan usando sus hijas.
¿Qué libro, documental o película ecofriendly recomendarías?
Mmm… se me ocurren muchos títulos, pero creo que un buen libro para empezar es Overdressed: The Shockingly High Cost of Fast Fashion, de Elisabeth Cline. Trata de alertar a la sociedad sobre el coste real de la moda low cost y su papel actual en la industria de la moda. A mí me impresionó mucho.
¿Qué actividad al aire libre prefieres para desconectar y relajarte?
Quizás sueno muy básica, pero un buen vino o un café con amig@s en una terraza. Reírme, escuchar su día a día, intercambiar vivencias… ¿existe algo mejor?
¿Cuál es tu momento wellness favorito de la semana?
¡Últimamente no me da tiempo ni a pensar! Así que, cualquier momento en el que tenga un minuto para sentarme y respirar.
¿Crees que tu propio armario se podría considerar sostenible?
Puede que no lo cumpla al 100%, pero me esfuerzo mucho en practicar lo que promuevo. Es decir, en invertir en ropa y firmas de calidad, al mismo tiempo que en consumir de forma consciente.
¿Cómo se puede fomentar el estilo de vida zero waste?
Despacio y con buena letra, como se dice en mi casa. Al final, se trata de promover hábitos que puedan formar parte de tu día a día y no supongan una carga. Por ejemplo, hacer la compra en mercados locales, ya que no solo ayuda a evitar el uso de plásticos, sino que los productos suelen ser de proximidad y, además, están muchísimo más ricos que los de los grandes supermercados. Una vez esto se haya convertido en hábito, entonces hay que probar con otra cosa.
¿Un último mensaje que te gustaría transmitir en defensa de la sostenibilidad en la industria de la moda (y en la vida en general)?
A riesgo de sonar como un disco rayado…. ¡ir despacito y con buena letra! Hay muchas maneras de ser sostenible, que cada uno investigue cuál se acomoda más a su estilo de vida y que empiece por ahí. Es muy fácil implementar esos cambios si se sabe dónde buscar alternativas. Y por último, recordar que… ¡solo hay un planeta Tierra!
